Hola, soy Daniela. Hace cuatro años que me mudé aquí como madre soltera para ser actriz. Vivo en Midwood, Brooklyn, con mi novio. Hace unos años, estaba viendo la tele con mi hijo de 16 años, Gabriel, cuando me dijo, “Mamá, quiero ser mujer”. Me tomó de sorpresa. Hablamos por un rato hasta que ya no quería discutirlo. Le dije, “Siempre estaré dispuesta para hablar contigo de cualquier cosa.”
Esto pasó antes de que volviera a Costa Rica para terminar la secundaria. Al principio no quería que fuera verdad; sabía que todo iba a ser complicado. Pensaba en cómo luciría y cambiaría al presentarse como mujer. Trataba de imaginarlo más femenina, pero no podía. Pensaba que por el resto de su vida tendría que aguantar las miradas fijas de las personas. Me preocupaba su vida romántica y su futuro; Costa Rica todavía es un país muy católico. Y aunque tengo amigos gay, no conocía a ninguna persona transgénero así que no sabía cómo sería para él. Me dio miedo. No volvimos a discutirlo hasta que regresé a Costa Rica para los días de fiesta. En este punto, Gabriel quería ser llamada Marcela. Quise manejar esta situación en la manera correcta, pero no sabía a quién llamar.
Después de una larga búsqueda, encontré a una psicóloga en Costa Rica que habló con nosotros. Me dijo, “¿Sabes qué, Daniela? Ella es transgénero. Todo está bien. No es sólo una etapa en su desarrollo ni tampoco hay nada fuera de lo ordinario”. En ese momento me di cuenta que sí era de verdad.
El próximo año, Marcela regresó a Nueva York por un tiempo. Empezamos a buscar unos doctores; por suerte, encontramos a alguien apto para dar la atención médica a la gente trans que pudo responder a nuestras preguntas. Es clave entender que ser trans no es elección, sino necesidad. Y es increíble pensar en cuán feliz es ahora — ¡incluso me toma prestada la ropa!
Marcela pronto viene a Nueva York — ¡espero su llegada con ilusión! Recientemente solicitó admisión a las universidades y estamos esperando los resultados. Quizás enfrentemos un camino duro, pero ella tiene mi apoyo — siempre estaré en su esquina100%.