Hola, soy Andre. Soy un neoyorquino nativo; he vivido en Harlem la mayor parte de mis 43 años. Trabajo para una agencia de servicio social y amo lo que hago. También compro al por mayor en el downtown y revendo en uptown. Podrías decir que he sido un pícaro toda mi vida, trabajando duro para mantenerme a mí mismo y a mi familia.
Estaba en la cárcel cuando descubrí que mi hija CeCe era lesbiana. Mi hermana me escribió y me dijo – CeCe siempre le decía a mi hermana cosas que nunca nos revelaría ni a mí ni a su madre. Luché con eso cuando me enteré, pero no había nadie con quien pudiera hablar porque ser gay es tabú cuando estas en la cárcel.
Al principio, me sorprendió y me avergonzó; pensé que le fallé a mi bebé. Crecí en una casa cristiana; más tarde, me convertí en un hebreo israelita. Si sabes algo
sobre la religión hebrea israelita, sabes que condena la homosexualidad. Pero tuve mucho tiempo para pensar mientras estaba en prisión, especialmente sobre juzgar a otros. Me encarcelaron por algo que no hice, pero cada una de las tres veces que fui ante la junta de libertad condicional me la negaron. Pensé: “¿Cómo pueden juzgarme?” Desearía que la junta de libertad condicional hubiera entendido mi verdad y no me juzgara injustamente, pero la experiencia me enseñó a no juzgar a mi hija y tratarla con la misma injusticia, y a aceptar su verdad por lo que es. Esto me ayudó a darme cuenta que no podía juzgarla. Sabía que ella me necesitaba y quería estar allí para ella.
Habíamos estado escribiendo cartas de un lado a otro mientras estaba en prisión, pero ella nunca mencionó nada sobre ser lesbiana. Después de que salí, la primera conversación que tuve con CeCe fue como si hubiera un elefante en la habitación. Ella no sabía qué esperar. Le hice saber que vi fotos de ella y su novia en Facebook. Hablamos sobre eso, pero no lo convertimos en un gran problema. Ella entendió que yo soy su padre sin importar nada. Cuando nos volvimos a conectar con el tiempo, llegué a saber qué estaba pasando en su vida. Ahora hablamos todo el tiempo y ella sabe que puede decirme todo. Y eso yo lo aprecio.